Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, II



Comentario

Capítulo 20
Se trata de la manera que tenían los señores y gente noble en criar los hijos

La manera de criar sus hijos que tenían los señores y gente noble es que después que las madres o sus amas los havían criado por espacio de seis años o siete, ya que començavan a regocijarse, dávanlos uno o dos o tres pajes para que se regocijassen y borlassen con ellos, a los cuales avissavan la madre que no los consintiesen hazer ninguna fealdad o suziedad o deshonestidad cuando fuessen por el camino o calle. Instruían al niño éstos que andavan con él para que hablasse palabras bien criadas y buen lenguaje, y que no hiziesse desacato a nadie y reverenciasse a todos los que topava por el camino que eran oficiales de la república, capitanes o hidalgos, aunque no fuessen sino personas baxas, hombres y mugeres, como fuessen ancianos. Y si alguna persona, aunque fuesse de baxa suerte, lo saludava, inclinávanse y saludávanlos también, diziendo: "Vais en hora buena, abuelo mío." Y el que oía la salutación tornava a replicar, diziendo: "Nieto mío, piedra preciosa, pluma rica, hasme hecho gran merced. Ve próspero en tu camino." Y los que oían al niño hablar de la manera dicha holgávanse mucho y dezían: "Si biviere este niño, será muy noble, porque es generoso. Por ventura algún gran oficio merecerá tener." Y cuando el niño llegava a diez o doze o treze años, metíanle en la casa del recogimiento que se llamava calmécac. Allí le entregavan a los sacerdotes y sátrapas del templo para que allí fuesse criado y enseñado y avisado para que biviesse bien. Emponíanle que hiziesse penitencia de noche, enramando los oratorios de dentro del pueblo, o en los montes, dondequiera que hazían sacrificios de noche o a la medianoche. Y si no le metían en la casa del recogimiento, metíanle en la casa de los cantores, encomendávanle a los principales de ellos, los cuales le emponían en barrer en el templo o en deprender a cantar, y en todas las maneras de penitencia que se usavan. Cuando ya llegava el mancellino a quinze años, entonce começava a deprender las cosas de la guerra; y llegando a veinte años, llevávanle a la guerra. Ante de esto, su padre y parientes combidavan a los capitanes y soldados viejos; hazíanlos un combite y dávanlos mantas y mastles labrados, y rogávanlos que tuviessen mucho cargo de aquel mancebo en la guerra, enseñándole a pelear y amparándole de los enemigos, y luego le llevavan consigo, ofreciéndose alguna guerra. Tenían mucho cuidado de él, enseñándole todas las cosas necessarias, ansí para su defenssión como para la ofenssión de los enemigos; y trabándose la batalla, no le perdían de vista, y enseñávanle, mostrándole a los que captivavan a los enemigos para que assí lo hiziesse él. Y por ventura en la primera guerra captivava a alguno de los enemigos con el favor de los que le llevavan a cargo. Haviendo captivado a alguno, luego los mensajeros que se llamavan tequipan titlanti venían a dar las nuevas al señor de aquellos que havían captivado a sus enemigos y de la victoria que havían havido los de su parte. En llegando a las casas reales, entravan a hablar al señor, y saludándole, dezian: "Señor nuestro, bive muchos años. Sabe que el dios de la guerra, Uitzilopuchtli, nos ha favorecido, y que con su ayuda vuestro exército ha vencido a sus contrarios, y tomaron la provincia sobre que iban. Vencieron los tenochcas y los de Tlatilulco, y los de Tacupan, y los de tezcocanos, y los otomíes, y los matlatzincas, y los de los chinampas, y los de la tierra seca." El señor los respondía, diziéndoles: "Seáis muy bien venidos. Huélgome de oír essas nuevas. Sentaos y esperad, porque me quiero certificar más de ellas." Y ansí los mandava guardar. Y si hallava que aquellas nuevas eran mentirosas, hazíalos matar.

Después de haver conquistado la provincia contra quien iban, lo primero que hazían era contar los captivos que se havían captivado, cuántos havían captivado los de Tenochtitlan, y cuántos havían captivado, los de Tlatilulco, y los de las chinampas, y los de la tierra seca, que son las cercanías de las chinampas. Los que contavan a los captivos eran los que se llamavan tlacochcalcas y tlatlacatecas. que es como dezir capitanes y maestros de campo, y otros oficiales del exército. Haviendo sabido el número cierto de los captivos, luego embiavan mensajeros al señor, los mensajeros eran capitanes. Aquéllos llevavan la nueva cierta al señor, dándole noticia de los captivos que se havían captivado y quiénes los havían captivado, para que a cada uno se diesse el premio conforme a lo que havía trabajado en la guerra. Oídas las nuevas, el señor holgávase mucho porque sus nobles y soldados havían tomado captivos. Entonce mandava sacar a los que havía mandado encerrar, que havían llevado las primeras nuevas de la guerra, y hazíales mercedes como a los otros. Estos que havían prendido captivos, si después se travava guerra con los de Atlixco o Uexotzinco, si allí captivavan otros, aprehendían otros captivos, eran estimados en mucho del señor, y les davan suma honra, haziéndolos piles y dándoles nombres de valientes, que ya estavan en grado, de poder ser electos, y sentarse con ellos, y comer con el señor. Y el señor les dava insignias de valientes, como eran beçotes de piedras preciosas de diversas colores, y borlas para ponerse en la cabeça con tiras de oro entrexeridas a las plumas ricas, y con pinjantes de oro, con otras plumas ricas, y orejeras de cuero, y mantas ricas de señores, de diversas divisas, como son itzcooayo, ixnextentlapallo, ihuitica tecomayo. Y les davan mastles preciosos y bien labrados que usavan los señores, y dávanlos divisas que se llamavan quetzalpatzactli o teucuitlapánitl, tozcuaxólotl, teucuitlacuacalalatli, teucuitlacopilli, quetzalpánitl, itzpapálotl, etc. De todas estas cosas pudían usar por toda su vida. Y les davan oficios honrosos, como calpixcáyotl, que es como mayordomo mayor.

Y muriendo el señor, a uno de éstos elegían por señor y rey; también a éstos elegían por senadores, que llaman tlacxitlantlalilo, los cuales determinavan las causas graves de la república. Y los davan estos nombres, que eran muy honrosos, conviene a saber: tlacochcálcatl tecutli, o ticociaoácatl tecutli, o cioacóatl tecutli, o tlillancalqui tecutli.